El gallardo mercenario

Admito desde ya que es un tipo que me cae mal. Por lo tanto no voy a ser objetivo. Avisado queda. Alberto Ruiz-Gallardón, un señor al que siempre me olvido de ponerle el guión entre sus dos estúpidos apellidos (avisé de mi tendenciosidad para con este tipo, tranquilos los Ruices) y que el corrector del periódico siempre me riñe por ello.

No me gustan sus cejas. Son tremendamente pobladas y tremendamente blancas. ¿Cómo se puede tener unas cejas así? No me gusta su comportamiento. Político hasta el extremo. Cada gesto, cada palabra estudiada hasta un punto grimoso. Esa risa rápida, inmediatamente después de hacer cualquier broma o chiste. Risas rápidas, políticas. No me gustan las cosas que me contaron quienes lo conocen en mayor o menor medida y han tratado con él, en mayor o menor medida: un animal político sin el más mínimo escrúpulo, con un tono dictatorial y un genio feroz. No me gustan las cosas que me han contando quienes entienden mucho más que yo (algo bastante sencillo) de gestión y están cerca del ayuntamiento de Madrid. Cómo despilfarra lo que sea necesario con tal de que las cosas se hagan exactamente como él quiere. Un despilfarrador nato. Un gestor lamentable, torpe.

Pero, por encima de todo eso, no me gusta nada lo último que ha hecho. La guinda. Algo que salta a la vista (por más que no haya sido muy comentado, para mi sorpresa) y que no hay que saber de nada ni conocer a nadie para darse cuenta. No me gusta ver el desprecio hacia su ciudad, hacia sus votantes y hacia la política y la democracia (poniéndome estupendo) en general.

Es que este tipo, por refrescar la memoria, es el alcalde de Madrid. Ganó las últimas elecciones con el mayor margen de la historia de la democracia en este ayuntamiento. Es decir, los madrileños confiaron en él más de lo que han confiado nunca en nadie. Él, sonriente como siemrpe, preciso y calculador en sus palabras y celebraciones, hizo entender que estaba contento. Y es tan buen político que fue la gente, y se lo creyó. Pero el plumero saltó a la vista de todos hace unos días. Resulta que este hombre, tan feliz y venerado por sus ciudadanos, les escupe a la cara a todos. Resulta que este tipo no va en las listas como diputado por Madrid del PP para las elecciones generales, y asegura «sentirse derrotado». Afirma estar «herido» y lo más acojonante: después de que más madrileños que nunca antes en la historia confiaran en él, se plantea dejar la política después del 9-M. Así, sin disimulos. Sin medias tintas deja claro que para lo único que se ha presentado a la alcaldía de Madrid, ha vendido humo y ha pedido la confianza de millones de ciudadanos, es para poder ir como diputado en las elecciones, dejando claro que Madrid y los madrileños le importan más bien una mierda.

Me imagino un jugador del Depor. El más querido por la afición en años. Le llega una oferta del Real Madrid y el jugador hace público que desea marcharse. A los pocos días se frustra el fichaje y, en una rueda de prensa, dice sentirse derrotado y se plantea dejar el fútbol. Después me imagino a los aficionados del Depor… en fin.

Sin embargo aquí parece no importarle esto a la gente. Y, paradójicamente, a los que menos, a sus votantes, que lo defienden. No me deja de sorprender. Me sorprende casi tanto como la ausencia en los medios de comunicación de esta lectura del asunto. No es que yo haya estado más listo, obviamente, es que no debe ser demasiado interesante o demasiado conveniente, según para quién, resaltar este aspecto. O bien, es que sencillamente, sólo yo lo veo así y la reacción de Gallardón es lícita y no tiene que ver con su interés por Madrid. Incluso si se retira de la política después del 9-M.

Es verdad, a lo mejor lo entiendo yo todo mal. Pero es que yo soy muy futbolero. Y no me gustan los mercenarios.

El gallardo mercenario

3 comentarios en “El gallardo mercenario

  1. ramiro dijo:

    bueno, en realidad no extraña tanto su miserable actitud por q lamentablemente entra dentro del «juego politico» al q se tiene como socialmente aceptado, es decir, los politicos pueden tener un monton de actitudes q en situaciones «normales» serian reprobadas pero como son «politicos» o pasa desapercibido o se les permite este tipo de cosas. triste consecuencia de la falta de critica para con los politicos y mas q nada para con el sistema politico en el q actuan, q pareciera incuestionable (como si brotara de la tierra); xq como alguien se atreva a hacerlo sera blanco de una lluvia de etiquetas descalificadoras (es ese simplismo q piensa «democracia-elecciones-libertad» o «poder judicial-leyes-justicia», el mismo q estigmatiza «cuestionador de la democracia-totalitario-dictador-populista,etc»).pero ademas de la perla «ruizgallardoneana» quiero rescatar (nobleza obliga: en realidad lo q qiero hacer es citar a mi profesor de economia politica q fue quien hizo el comentario xq si no fuera por el…yo tampoco me hubiera dado cuenta!!!)la q creo q fue la joya de esa semana en cuanto a actitudes de politicos (y no actitudes politicas). la señora esperanza aguirre presento al ultimo fichaje ppro (manuel pizarro)con pretension de elogiarlo con las siguientes palabras: «es un hombre q no viene a servirse del partido sino q viene a servir al partido». estamos hablando de un politico!!!un tipo q va a (si ganara el pp) tomar decisiones q afectaran a las personas!!! y esta aguirre destaca q va a «servir al partido». ni a servir al partido ni a servirse del partido. «a trabajar por las personas» no lo penso seguramente ni aguirre ni gallardon ( y no lo va a pensar pizarro tampoco). aguirre se cree muy lista. sin embargo gallardon x lo menos actuo pateticamente («solo me hacia ilusion estar en las listas») pero a aguirre sus pensamientos inconscientes se le hicieron concientes en el acto de «hablar» (mas lista q freud no sos espe!!!) y evidencio cuales son sus verdaderos intereses.

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  2. Encontrado en internet después de buscar la frase de Hayek «Los peores siempre se ponen a la cabeza»:¿Por qué los peores se ponen a la cabeza?La pregunta corresponde al título del capítulo X, del ya clásico libro de Friedrich A. Hayek “Camino de Servidumbre”. El epígrafe de este capítulo no es casual. La conocida frase de Lord Acton: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”, indica de por sí sola una definición del tema.La corrupción no es una plaga que en forma repentina se apodera de una sociedad. Es la consecuencia del estatismo. En razón de las extralimitaciones legislativas que implica, conduce a la quiebra de las instituciones políticas democráticas, a la violación de los derechos individuales y a la consiguiente decadencia económica.

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  3. Según Platon el político es un habil engañador(peyorativamente hablando claro está).
    Por lo tanto un buen político es un «buen habil engañador».
    Por lo tanto¿ de quién hay que fiarse? ¿de los malos políticos?.
    ¡Que cacao mental!¡Se me va a cruzar la fase con el neutro!

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