Palestina. Parte I. Teoría y práctica.

Ayer regresé de un inolvidable viaje por Palestina. En los próximos días relataré algunas de las vivencias que experimenté allí, pero antes necesito ponerme/nos/os en situación. Si no, nada tendría sentido.

Por un lado está la teoría, que es lo que lees desde aquí cuando te interesa el tema:

La teoría dice que en una parte se encuentra el Estado de Israel y en la otra el Territorio Palestino. Éste está compuesto por la Franja de Gaza, que es una extensión de tierra al sur de Israel que controla Hamás, y por Cisjordania, que es otra extensión de tierra entre Israel y Jordania que controla Al Fatah. Dentro del Territorio Palestino existen asentamientos de colonos judíos, conocidos como la ocupación. Israel, sin embargo, asegura que Palestina es territorio en disputa y por lo tanto es legítimo de disputar mediante la ocupación.

El estado de Israel fue creado en 1948 con unas fronteras concretas. Estas fronteras saltaron por los aires en 1967, en la Guerra de los Seis Días que, hay que decirlo, no comenzó Israel. El estado israelí se enfrentó a los que entonces controlaban Palestina (Siria, Líbano, Jordania y Egipto) y venció. Por lo tanto Israel (con el respaldo de Estados Unidos) considera Palestina (Cisjordania y la Franja de Gaza) territorio en disputa legítimamente conquistable.

Los opositores a esta idea recuerdan que en 1993, y bajo los tratados de Oslo, Israel admitió la existencia del Territorio Palestino gobernado por un órgano provisional llamado Autoridad Palestina con potestad para negociar. Se comprometió a no ocuparlo. Hoy sigue haciéndolo.

Israel invalidó unilateralmente estos acuerdos en el año 2002, legitimándose nuevamente a disputar el suelo palestino. Pero las consideraciones por las cuales el estado israelí invalida estos tratados se basan en actos terroristas, no en ataques de la Autoridad Palestina, lo que deja sus movimientos militares de respuesta al mismo nivel que su motivador.
Israel basa su existencia en una política de hechos consumados, por lo que no es planteable la desaparición del estado creado en 1948. La propia Autoridad Palestina así lo admite, y busca soluciones desde la aceptación del estado de Israel. A partir de esto cabe afirmar que Palestina también es una realidad como pueblo y comunidad, pese a no tener el estatus de Estado. Si nos basamos en la misma política de hechos consumados debemos de ser igual de pragmáticos y asegurar que existe una conciencia palestina y un Territorio Palestino que quiere su autonomía y que basa su razón en que viven y ocupan ese suelo desde hace 2.000 años. Es más, si existe una repuesta violenta a la ocupación -si existe una guerra como existe- es porque ambas partes consideran que deben defender sus intereses, es decir, son dos partes con conciencia de pueblo o estado. A partir de esto, y siendo pragmáticos, deben respetarse ambas posiciones tengan el estatus que tengan.

Aún en el extremo caso de que la comunidad internacional diese la razón a Israel y admitiese que Palestina está en disputa e Israel tiene derecho a conquistarla, el estado israelí debe aceptar y tratar bajo el amparo de los derechos humanos a los habitantes que ha conquistado. Si estos resultan ser resistentes a la ocupación, Israel debe optar por regresar a las fronteras que le fueron asignadas.

Sin embargo Israel insiste en que debe defenderse. Jamás habla de conquistar cuando justifica su ocupación de Territorio Palestino, sino que alega que es necesaria para la seguridad de su país. Esto hace aún más hipócrita su ocupación, ya que si se trata de defenderse a toda costa, basta con levantar un muro en las fronteras que te han sido asignadas, y no invadir el país vecino como una metástasis ahogando a sus habitantes y sumiéndolos en unas condiciones de vida denigrantes.

Por otro lado está la práctica, que es lo que ves cuando estás allí y que aquí se desconoce o no nos suelen contar El día a día de la ocupación, los verdaderos problemas que no entienden de tratados, ni políticas, ni mapas y que te hacen ser pesimista de cara a una solución final del conflicto:

Israel controla todo y Palestina se reduce a una serie de núcleos aislados incomunicados entre sí. A día de hoy, Israel controla innumerables extensiones de kilómetros cuadrados dentro del Territorio Palestino en las que los propios palestinos, pese a estar en su propio país, no pueden entrar. Normalmente estas extensiones se sitúan entre las principales ciudades y pueblos, haciendo que éstos queden aislados entre ellos. Por ejemplo, Jericó, al este de Cisjordania y en pleno corazón de Territorio Palestino, está completamente rodeada de suelo controlado por Israel. Este control llega hasta Belén, en el otro extremo del país, de manera que desde un lado a otro del ancho del Territorio Palestino, todo es control israelí. Para impedir que los palestinos entren en estas extensiones controladas por Israel, las han blindado con puestos de control, de manera que toda Cisjordania está llena de los conocidos como ‘chek points’. Los palestinos tienen que pasarlos para moverse por su propio país. Para hacerlo, en la mayoría de los casos, deben contar con un permiso especial, muchas veces anulado por la arbitrariedad de los soldados del ‘chek point’. La distribución de estos interminables puestos de control está pensada para que los núcleos urbanos palestinos queden aislados, con lo que el mapa de Cisjordania es el de un país controlado por Israel salpicado con cientos de núcleos urbanos palestinos aislados entre sí. Muchos ‘chek points’ separan la casa de un palestino de su lugar de trabajo o universidad, con lo que deben atravesarlos a diario y no siempre lo logran. En Palestina no se sabe nunca el tiempo que te puede llevar ir de un punto a otro. Además, hay zonas que son de control exclusivo palestino, pero en las que Israel ha trazado una carretera por la que sólo pueden circular coches con matrícula israelí. Los palestinos deben utilizar otras carreteras. El aislamiento entre los núcleos urbanos palestinos dentro de su propio territorio es total.

En algunas zonas el control se extiende hasta la propia ciudad. En el caso de Nablús la policía palestina no puede salir a la calle desde las doce de la noche hasta las seis de la mañana de todos los días, ya que la ciudad pasa a estar bajo el control del ejército israelí. Como lobos, los soldados bajan de las bases militares que coronan las montañas que rodean el valle en el que está Nablús, y patrullan la ciudad sembrando fobias, agresividad y desórdenes en toda una nueva generación de niños palestinos que mañana, llenos de odio, deberán elegir el camino que debe seguir el conflicto.

En la mayoría de estas zonas controlada por Israel dentro del Territorio Palestino existen núcleos urbanos judíos. Son los asentamientos. Estos asentamientos están por toda Palestina, siempre en lo alto de las montañas y colinas, y muchos de ellos surgen pegados a barrios o pueblos árabes. Están controlados por el ejército y ningún palestino (que, insisto, están en su país) pueden acercarse a ellos. Los asentamientos nacen por imperativo militar. Se acota una zona y se establece una base militar israelí por motivos (indiscutibles) de seguridad. Después se trae a los colonos, antes de edificar nada. Los colonos suelen ser judíos provenientes de Rusia, Argentina o Uruguay, bastante radicales. El gobierno de Israel les ofrece las casas gratis en el asentamiento, una subvención de por vida (ningún colono trabaja, vive del estado) y los exime de pagar impuestos. Es decir, los traen para, sencilla y llanamente, ocupar. No sólo eso. Los colonos, como todos los ciudadanos israelíes excepto los ortodoxos, son parte del ejército del país. Es decir, tiene licencia de armas y permiso para utilizarlas en caso de que la seguridad de Israel se vea amenazada. Si disparan a un vecino palestino que debe pasar cerca porque la tienda donde trabaja está pegada al asentamiento (algo nada raro) pueden alegar que la seguridad del país estaba en peligro y es muy complicado que un tribunal ordinario hebreo les condene. Esta es la realidad de los asentamientos que inundan como quistes el día a día del pueblo palestino.

Por el contrario, en la mayoría de zonas controladas por Israel (dentro de Palestina) no existen núcleos urbanos de árabes, pese a que, insisto, estamos en Territorio Palestino. Los que resisten, están siendo destruidos o desalojados. Pero hasta el desalojo, que supone una encubierta limpieza étnica, está bien pensado. El estado israelí ha diseñado toda una trampa jurídica para desalojar de sus casas a los palestinos que resisten en zona ocupada por Israel y realojarlas con judíos.

Las leyes de propiedad en las que se basan los palestinos son, en su mayoría, jordanas. Estas leyes se estructuran en contratos verbales o elementos circunstanciales, como que esta casa es del padre de mi padre de mi padre, es decir, la casa de los Abus Alul de toda la vida, por poner un ejemplo. Para la justicia israelí este tipo de contrato de propiedad no es válido y, por lo tanto, si la casa es abandonada un período de tiempo muy corto (a veces horas) se aplica una ley israelí conocida como la ley del ausente, mediante la cual, si una casa es abandonada, por ejemplo, por una familia árabe que se va a pasar el día fuera, otra familia de colonos judíos puede adquirirla. El gobierno le da los papeles en regla, conforme esa casa ha sido abandonada y nadie tiene contrato de propiedad, se la compra (a los colonos se las compran y después se les mantiene de por vida) y le dan legalidad. Cuando esta familia árabe vuelve se encuentra a los judíos en su salón. Esto no es una exageración. Una mujer de Jerusalén con la que tuve el privilegio de hablar y ser testigo directo de su caso, vive en una Haima (tienda de campaña) desde hace cuatro meses porque cuando regresó de la compra se encontró en el primer piso de su casa una familia de judíos. Fue desalojada y se tuvo que instalar en la tienda de campaña donde su marido murió a los pocos días porque tenía problemas de salud. Hoy resiste a pocos metros de su casa, que está ocupada por una familia de colonos que le ha tirado abajo la Haima tres veces. Otra decena de familias árabes de este barrio ya tiene orden de desalojo y no pueden recurrir porque no tienen los papeles que la justicia israelí les pide. La señora que me lo cuenta, mientras unos colonos nos miran desde la distancia, viene del médico de que le revisen los ojos. El doctor le ha dicho que debe dejar de llorar o se producirá daños irreversibles. De película….

En realidad los árabes sí podrían denunciar. Con elementos circunstanciales como facturas de luz o incluso testigos vecinales, se puede demostrar la propiedad (también en España) pero es una enorme complicación jurídica que se extiende en procesos de más de un año. Un coste económico que pocos árabes se pueden permitir y abandonan, quedándose sin razón ante el juez y por lo tanto sin casa. Sin la casa que, seamos realistas, es suya.

De esta manera, basándose en las leyes de la propiedad, Israel desaloja barrios enteros y sitúa en ellos a judíos. No judíos cualquiera, claro. Judíos que, una vez allí, su única función es ocupar y ayudar al estado a hacer la vida imposible a los árabes que resistan. Es el caso de Mahmud, un palestino de Hebrón que me invitó a su casa, la última que resiste pegada a una colonia judía en el casco viejo de la ciudad. Sus vecinos colonos no sólo tienen la cotidiana costumbre de tirar la basura a su azotea, si no que ya le han quemado una habitación y matado a un hijo.

En resumen, el control de Israel en Territorio Palestino, en lo que se conoce como Palestina, es total, y creo que hay bastante desconocimiento de ello. Israel aprovecha militar y jurídicamente la desestructuración de Palestina como estado, a sabiendas de que si se conformara como tal sí podría defenderse. Pero el aislamiento de todas y cada una de sus ciudades, su indefensión legislativa, su bloqueo comercial, económico y comercial, y el odio que llena su sociedad asfixiada, hace que Israel actúe a su antojo con el pueblo Palestino. Es una realidad dura de comprobar y que tuve el privilegio de vivir de primera mano, recorriendo Palestina.

Palestina. Parte I. Teoría y práctica.

10 comentarios en “Palestina. Parte I. Teoría y práctica.

  1. Pablo dijo:

    Increíble artículo, ayuda bastante a entender la situación allí y sobre todo elimina un poco la venda de la ignorancia que nos hace obviar el problema a veces o equiparar ambos bandos injustamente. Enhorabuena por el artículo.

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  2. Muchas gracias por el artículo, se lo recomiendo a todo el mundo. A pesar de que TODOS los días vemos noticias sobre Israel y Palestina en el telediario, nadie sabe (ni se molesta por saber) qué es lo que está pasando realmente y dónde tiene su origen.Es increíble, no sé cuántos años más seguirán las cosas así en Palestina. Y lo peor es que Occidente prefiere mirar para otro lado, excepto EEUU, que apoya al bando contrario. Increíble.

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  3. Maló dijo:

    Que unos cuantos tengamos el privilegio de poder conocer la realidad Palestina a traves de tus ojos y de tu lapiz, hace que mis temores e inquietudes de esta última semana queden compensados.Tus artículos nunca me dejan indiferente pero este me apetece agradecertelo especialmente, porque para escribir esto, no basta solamente estar allí, se necesita saber y querer «ver y oir» y esto es algo que tú siempre estas dispuesto a hacer.!ENHORABUENA!

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  4. Naturalmente que habiendo estado se sabe y se comprende perfectamente lo que está pasando; lo primero que llama la atención es la presencia o ausencia de reportajes, artículos de opinión de extraños expertos periodistas y funcionarios de rango y prestigio que por alguna razón tienen turbia la visión y no nos cuentan la versión original.-Cuanto desperdicio de tinta, de tiempo y de razón.-Aqui llega la idea de que el periodista mas eficaz es el blogero de la paz.

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  5. Anónimo dijo:

    Qué dura realidad!a veces se es màs feliz viviendo en la ignorancia.Pero hay que mirar el lado positivo y pensar que todo se puede llegar a solucionar,tb exiten los hèroes(còmo Santa Teresa de Calcuta),no sé muy conmovedor tu artículo,Me gustó mucho.

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